martes, 8 de septiembre de 2015

Subsitema Ideológico


Religión

Principalmente los Incas fueron politeístas, ya que creían en varios Dioses, los que eran benefactores. El Dios Supremo era Viracocha, el Dios creador, pero a su vez veneraban al Inti, Dios del Sol de quién creían que descendía de la familia real y a muchos Dioses más de la naturaleza que eran vitales para el éxito de la cosecha.

Al transcurrir el tiempo, la religión en este imperio evolucionó hacia el monoteísmo (un solo Dios), y solo veneraron al Inti, el que adquirió el rango principal, por ser el padre del emperador.



Filosofía

Una de sus filosofías de vida principalmente era venerar a los dioses, debido a que mediante distintos ritos ellos demostraban la importancia que eran en su imperio. También se sintetizó en el concepto de que las cosas inanimadas y animadas tenían vida, y todos saben comer, beber y comunicarse entre sí: el hombre con las montañas, con los ríos, etc. Existieron en el Tahuantinsuyo hombres dedicados al saber y a la reflexión como praxis permanente.
Otro punto que se logra notar es el amor por los animales principalmente por los caballos; se trata de un amor que comienza por haber vivido una infancia entre “armas y caballos”




Leyendas

El Lago Titicaca
Había una vez un valle muy fértil rodeado de montañas altísimas. Ese valle estaba ubicado en el territorio que hoy ocupa el norte de Bolivia y el sur de Perú.
Los hombres que allí habitaban vivían felices sin preocupaciones.

Los Apus, dioses de las montañas, les procuraban todo lo que necesitaban, desde alimento hasta abrigo. Además los protegían de todos los peligros y angustias.

Los Apus habían puesto todos estos bienes a disposición de los hombres con una sola condición: Que ningún hombre debía escalar jamás la montaña donde ardía el fuego sagrado.

Los hombres siempre habían obedecido el mandato de sus dioses protectores, pero un día, el diablo, molesto de ver tanta paz y tranquilidad, comenzó a instigar a los hombres para que compitieran entre ellos para averiguar quién de ellos era el más valiente. La muestra de coraje consistía en desafiar a los dioses.

Un día, los hombres decidieron escalar la montaña donde ardía el fuego sagrado, pero los Apus los sorprendieron a mitad de camino. Al ver que los hombres habían desobedecido su mandato decidieron exterminarlos. Bajo la orden de los dioses, cientos de pumas que poblaban la montaña del fuego sagrado salieron de sus cuevas y comenzaron a devorarlos.

Los hombres pidieron ayuda al diablo, pero este los ignoró porque ya había logrado lo que pretendía.

Desde lo alto del cielo, Inti, el dios del Sol contemplaba la masacre con tristeza. Tanto era su dolor que lloró amargamente durante cuarenta días. Tan profuso fue su llanto que sus lágrimas inundaron el valle por completo.

Todos los hombres murieron salvo un hombre y una mujer que estaban en una barca de juncos.
Cuando el sol volvió a brillar vieron que se encontraban navegando sobre un lago enorme. Y sobre las aguas del lago podían verse los pumas ahogados transformados en estatuas de piedra.

Esta pareja llamó al lago Titicaca que significa el lago de los Pumas de Piedra.



Hermanos Ayar
Eran  cuatro varones y cuatro mujeres: Ayar Manco y Mama Ocllo; Ayar Cachi y Mama Cora; Ayar Uchu y Mama Rahua; y Ayar Auca y Mama Huaco. Estos hermanos salieron de las profundidades de las cuevas de Pacaritambo en el cerro Tampu Tocco. De allí, luego de una serie de desavenencias y desgracias, quedó solamente Ayar Manco (Manco Cápac) y su mujer Mama Ocllo quienes finalmente llegarían al Cusco. Ayar Manco (Manco Cápac).

El resto de sus hermanos se convirtieron convenientemente en huacas que los protegieron cual divinidades tutelares. Se piensa que no se tratarían de hermanos sino de pueblos o naciones, cada una distinta a la otra pero unida en esencia; pese a salir de un mismo lugar se fueron apartado la una de la otra quedando solamente la nación de Ayar Manco como la única que llegó a la tierra prometida (Cusco), semilla del imperio venidero. 

La segunda leyenda es la de Manco Cápac y Mama Ocllo, hijos del dios sol, que llegaron provenientes de la espuma del lago Titicaca. Su padre los había enviado con la finalidad de civilizar al pueblo y fundar un gran imperio. Pero antes debían atravesar un largo camino y probar con una varilla de oro la tierra que debía acogerlos a ellos y a sus futuros descendientes. En el momento en que la varilla se hundiera fácilmente sobre la tierra sabrían que su destino se había cumplido finalmente.

La leyenda cuenta que la varilla de oro se hundió en el cerro Huanacauti, muy cerca al Cusco, y desde allí divisaron sus nuevas tierras y su pueblo al que instruyeron con mucho esmero pues así se lo había ordenado su padre el dios sol. Es decir, Manco Cápac y Mama Ocllo no solamente fueron simples reyes sino que fueron padre y madre del pueblo, pues les enseñaron, según la tradición, los oficios y demás quehaceres para que se convirtieran en una gran nación.





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